con ánimo de cerrar ese antro
en algún lugar del Pacífico
hay un archipiélago
con una isla que se destaca
entre sus hermanas
por ser más extensa
y tener más altura.
en su centro hay
una serie de colinas
cubiertas por un pastizal
y a su alrededor
kilómetros de selva tupida
esta isla cerró
hace cinco veranos ya
y sus orillas se volvieron
inaccesibles, como dicen
disolvió su materia
pero no su memoria:
el follaje absorbió
los rayos del sol
los pájaros volvieron
sus colores del revés
los lagartos sumergieron
sus ojos en el agua
los nativos desaparecieron entre las cañas
y miraron desde donde no podíamos verlos
hasta donde puedo recordar
solo las palmeras se movían
apenas, con el viento
lo que sí recuerdo bien
son todos los muertos
y los que vivieron
moviéndose hacia la colina
más grande de la isla
que por supuesto
era una metáfora
los que murieron antes de llegar
y los que vivieron para contar
la historia de los muertos
y así hasta que solo quedara
el sonido de una piedra
empezó como una estupidez
un vámonos de viaje
y terminó por cuestionar
todo cuanto es
hasta el propio principio
del viaje, la naturaleza
de los colores y la forma
de las cosas, y sopesó
la posibilidad de que
todos los hombres
que pelearon en esa isla
no hubieran podido
jamás comunicarse
consideró la deserción
como una salida hermosa
a la guerra forzada de las cosas:
caminar en dirección opuesta
a la marcha, arrodillarse
en el pasto y esperar
a que alguien lo levantase
incluso quebrarse una pierna
y después de los primeros espasmos
respirar con la mente clara
otro nuevo aire limpio
el cielo
que se partía en veinte colores
se fue borrando poco a poco
con el agua
y el profundo impacto
que lo había puesto en ese lugar
se replegó para volverse una anécdota
"naturaleza" le habían puesto de nombre
pero en realidad eran los cantos corales
de los religiosos nativos
¿por qué la naturaleza es mala
consigo misma? era, al fin y al cabo
una pregunta panteísta
como preguntarse por qué
el mundo es caníbal y
qué culpa tenemos nosotros
y encontrar en todo eso
la luz que se filtra sobre
la superficie del agua
los pibes melanesios
riéndose a carcajadas
y haciendo burbujas
con los costados de la boca
piedritas moldeadas
por la sal del mar
la quilla gris y metálica
de un barco
una columna de humo negro
que sale de una chimenea
en medio de unas islas vírgenes
las olas color rosa
el frío de la noche
que empieza a caer
jugar a la carretilla
armar una choza
es hora de cambiar los paisajes mentales
para abrirle paso a otras figuras
otra agua
otros árboles
otros animales de la misma selva
otras burbujas, los mismos pibes